
¿Te has dado cuenta que cuando el amor duele
aparece la señora inspiración?
¡Certeza ya dicha esa que conjuga indivisible
el Amor con el Dolor!
Lo sé y lo sabemos todos:
cuando la ola de la melancolía arrasa
las barcas cotidianas de las alegrías,
las lleva mar dentro,
a un lugar donde se mecen al ritmo de la esperanza:
suaves como arrullo que calma
y bajo el cobijo del calor del sol
que atardece pintando el cielo de color naranja-apacible,
ese color que hace suspirar,
ese suspiro que no quita el dolor pero alimenta con paz.
Amor sin Dolor dicen que es propio del cielo.
Y eso corresponde a etéreas realidades ajenas a mis manos carnales,
por eso sabe a nada; por eso no son aguas navegables por ahora.
La ausencia de sal no es dulzura.
Dolor sin Amor suena a amargo,
a un escaldante sabor salado que quema almas;
como el sabor ardiente del averno.
Suena a vidas sin ti amor; suena a no-vida por no vivirte amor.
Suena a soledad angustiante, a conflicto eterno,
a angustias sin causa,
a barca ardiendo a la deriva en medio de las aguas
sin que nadie pueda ahogar el fuego.
Y Amor-Dolor, Dolor-Amor, estos dos binomios,
que no son lo mismo, pero es igual;
sólo ellos caben en una mística realidad, la más sublime,
la de la plenitud esplendorosa.
Sólo se ama cuando se asume la vida
en la posibilidad de perderla por ese amor.
Y ese amor duele.
Sólo se salva el amor cuando dispones no salvar la vida.
Y eso se advierte como dolor.
Ni hablar... no encontraremos en esta vida,
nada que esencialmente valga la pena y que no implique:
dolor, esfuerzo, sacrificio, desgaste, renuncia.
Por eso... por aquello que vale la pena, por ello (ella, él, ellos, etc),
madrugas a diario, te desvelas, has dejado cariños, has recorrido kilómetros,
has sudado, sangrado, has sacado el extra de tu esfuerzo,
has llorado, te has mordido los labios, te has vencido a ti mismo(a),
porque sabes que sin asumir ese dolor, no fecundará tu amor.
aparece la señora inspiración?
¡Certeza ya dicha esa que conjuga indivisible
el Amor con el Dolor!
Lo sé y lo sabemos todos:
cuando la ola de la melancolía arrasa
las barcas cotidianas de las alegrías,
las lleva mar dentro,
a un lugar donde se mecen al ritmo de la esperanza:
suaves como arrullo que calma
y bajo el cobijo del calor del sol
que atardece pintando el cielo de color naranja-apacible,
ese color que hace suspirar,
ese suspiro que no quita el dolor pero alimenta con paz.
Amor sin Dolor dicen que es propio del cielo.
Y eso corresponde a etéreas realidades ajenas a mis manos carnales,
por eso sabe a nada; por eso no son aguas navegables por ahora.
La ausencia de sal no es dulzura.
Dolor sin Amor suena a amargo,
a un escaldante sabor salado que quema almas;
como el sabor ardiente del averno.
Suena a vidas sin ti amor; suena a no-vida por no vivirte amor.
Suena a soledad angustiante, a conflicto eterno,
a angustias sin causa,
a barca ardiendo a la deriva en medio de las aguas
sin que nadie pueda ahogar el fuego.
Y Amor-Dolor, Dolor-Amor, estos dos binomios,
que no son lo mismo, pero es igual;
sólo ellos caben en una mística realidad, la más sublime,
la de la plenitud esplendorosa.
Sólo se ama cuando se asume la vida
en la posibilidad de perderla por ese amor.
Y ese amor duele.
Sólo se salva el amor cuando dispones no salvar la vida.
Y eso se advierte como dolor.
Ni hablar... no encontraremos en esta vida,
nada que esencialmente valga la pena y que no implique:
dolor, esfuerzo, sacrificio, desgaste, renuncia.
Por eso... por aquello que vale la pena, por ello (ella, él, ellos, etc),
madrugas a diario, te desvelas, has dejado cariños, has recorrido kilómetros,
has sudado, sangrado, has sacado el extra de tu esfuerzo,
has llorado, te has mordido los labios, te has vencido a ti mismo(a),
porque sabes que sin asumir ese dolor, no fecundará tu amor.